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La Iglesia hoy

miércoles 13 de febrero de 2013

Ciudad del Vaticano.- El papa Benedicto XVI condenó este miércoles con severidad los males que aquejan a la Iglesia, como la hipocresía y sus divisiones internas, en su última homilía antes de hacer efectiva, el próximo 28 de febrero, su renuncia.

El Pontífice, quien vestía la casulla violeta de la temporada de Cuaresma, pronunció sus duras críticas durante la misa solemne del Miércoles de Cenizas en la basílica de San Pedro, ante numerosos cardenales, obispos y miembros del cuerpo diplomático, informó AFP.

La Iglesia "está en ocasiones desfigurada" por "las divisiones dentro del cuerpo eclesiástico", proclamó.

El Papa alemán lamentó igualmente la "hipocresía religiosa", así como "el comportamiento de los que aparentan" y las actitudes que buscan ante todo "los aplausos y la aprobación", e instó a a superar "el individualismo y las rivalidades".

Al término de la larga misa, el cardenal Tarcisio Bertone, número dos del Vaticano y mano derecha de Benedicto XVI, rindió en nombre de la Curia un sentido homenaje al primer pontífice que renuncia a su ministerio en la era moderna.

"¡Gracias!, gracias por su su fuerza, su humildad y gran coraje demostrado durante su pontificado", le dijo.

"El amor profundo por la Iglesia lo llevó a ese gesto", agregó.

Como gesto de admiración, Bertone besó el anillo papal y se quitó la birreta cardenalicia, acto copiado por todos los cardenales presentes, provocando una larga ovación de los miles de asistentes.

En la mañana, en su primera aparición pública tras su renuncia, el Papa, que asumió su pontificado en 2005, explicó a los peregrinos de todo el mundo que deja el trono de Pedro "por el bien de la Iglesia" y pidió orar por su sucesor, que será elegido en un cónclave que se reunirá a mediados de marzo.

"Como saben, he decidido renunciar al ministerio que el Señor me encomendó el 19 de abril de 2005. Lo he decidido con plena libertad por el bien de la Iglesia después de haber rezado largo tiempo y de haber examinado ante Dios mi conciencia", dijo.

Visiblemente emocionado, el Papa admitió ser "profundamente consciente de la gravedad de tal gesto", pero reiteró "no tener ya la capacidad de ejercer el ministerio petrino con el vigor que el mismo requiere".

"Sigan rezando por el futuro Papa y por la Iglesia", pidió el Papa ante unos 3.500 fieles congregados en la sala Pablo VI del Vaticano para su penúltima audiencia general.

Acogido con los gritos de "¡Benedetto!, ¡Benedetto!", el pontífice, vestido en esa ocasión con la tradicional sotana blanca, agradeció el caluroso recibimiento: "Doy gracias a todos por vuestro amor y vuestras oraciones".

Improvisando ante la multitud, Benedicto XVI confesó que "en estos días nada fáciles" siente "casi físicamente el amor" de los peregrinos frente a una decisión de tal envergadura, anunciada el lunes pasado, que conmocionó a una Iglesia de 1.200 millones de fieles.

Durante la tradicional catequesis, ya más tranquilo pero con el cansancio dibujado en el rostro, el Papa habló de la Cuaresma y de las tentaciones de Jesús durante los cuarenta días que pasó en el desierto.

Como es habitual durante las audiencias semanales, el Papa saludó en varios idiomas y envió en español un particular abrazo a los peregrinos de España, Perú y México, que enarbolaban sus banderas.

"Gracias Santidad", se leía en un enorme cartel en italiano.

Por el momento, el pontífice no ha anulado ninguna de las citas previstas en febrero.

El jueves, el Papa conversará con los sacerdotes de Roma para una catequesis programada.

Entre sus últimas intervenciones públicas confirmadas figura el tradicional ángelus del domingo, después del cual se retirará para una semana de ejercicios espirituales coincidiendo con la Cuaresma.

El miércoles 27, un día antes de su renuncia, el Papa dirá adiós a los fieles en la plaza de San Pedro, donde se espera la presencia de miles de personas . La ceremonia será seguida en directo por medios de comunicación de todo el mundo.

Mientras tanto la prensa analiza vida y milagros de los candidatos a sucederle.

Observadores recalcan que en noviembre pasado, cuando Benedicto XVI designó al último grupo de cardenales, entregó el título a seis nuevos miembros entre los que no había italianos ni europeos, lo que fue interpretado como el deseo del pontífice de equilibrar el Colegio Cardenalicio, dominado por religiosos del viejo continente.

Entre los cardenales presentidos para Papa figura el cardenal hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga, presidente de Caritas, quien aclaró sin embargo que no se considera apto para el cargo. "Es un trabajo implacable, no soy adecuado", confesó en una entrevista con el diario italiano La Stampa.

El veterano cardenal portugués José Saraiva Martins estimó en televisión que el escándalo del año pasado por la filtración de documentos confidenciales a través de su mayordomo, Paolo Gabriele, "pudieron influir en la decisión".

La prensa italiana revela también que el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, y el secretario privado del Papa, Georg Gänswein, fueron informados de la histórica decisión hace 15 días.

La verdadera razón de la renuncia papal

(José Alberto Villasana)

La versión oficial de la renuncia del Papa Benedicto XVI es que éste carece de fuerzas físicas y espirituales. La pregunta es ¿las fuerzas para qué? Desde luego no le faltan fuerzas para escribir otro libro, o para declarar un nuevo dogma, o canonizar a más santos o realizar otros viajes. Le faltan fuerzas para poder dar un manotazo firme que ponga fin a la guerra encarnizada y desgastante que hay en la curia romana. Con su renuncia, el Papa ha dado un golpe magistral que pone fin al enfrentamiento encarnizado entre el Decano de los Cardenales, Angelo Sodano, y el Secretario de Estado, Tarcisio Bertone. Al retirarse, el Papa no solo desmonta esa enconada lucha, sino que además se asegura el poder manejar la sucesión papal, lo cual debe haber provocado en Sodano no poco enojo y resentimiento.

En este sentido, resulta significativa la declaración del portavoz Vaticano, padre Federico Lombardi, al día siguiente de que el Benedicto XVI anuncia su retiro, cuando un periodista le preguntó en la Sala de Prensa si el Papa se retiraba por un deterioro de su salud. El padre Lombardi respondió que el pontífice renunciaba no por su salud, sino por "razones personales". ¿Cuáles son esas razones personales que no es la edad avanzada que el Papa adujo en su discurso el día anterior? ¿Por qué Lombardi no parafraseó simplemente el motivo de la avanzada edad?

Las rivalidad entre esos dos poderosos cardenales fue evidente y pública desde los mismos inicios de la gestión de Bertone, cuando tuvo que declarar al periódico L´Osservatore Romano que "ya desde el inicio de la Iglesia existían las controversias".

Después vino el descontrol de los escándalos surgidos en el gobierno de la Iglesia, sobre todo los surgidos por la filtración de documentos confidenciales conocida como "Vatileaks" que, como reconoció el cardenal Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, "terminó por desgastar al Pontífice".

La animosidad nació desde 2006, cuando el Papa optó por nombrar Secretario de Estado a Tarcisio Bertone, un religioso tímido y adusto sin la menor preparación y experiencia en el manejo de la curia vaticana. Sodano y la vieja guardia nunca aceptó que un salesiano sin formación diplomática destronara a su candidato más fuerte para ese puesto, el cardenal Giovanni Battista Re. Además, Sodano nunca pudo superar que el cardenal Shönborn, cercano a Bertone, lo acusara públicamente de haber sido "el gran encubridor del Padre Marcial Maciel”.

Sin embargo, fueron dos escándalos posteriores que llevaron la lucha de los dos grupos vaticanos al extremo: la filtración de documentos reservados en el caso Vatileaks y el destape de manejos turbios en el Banco Vaticano, ello como una respuesta evidente, por parte de los sodanistas, a la inclusión de los cardenales Bertello y Versaldi a puestos controlados por Bertone, lo que fue interpretado como un intento de adquirir más influencia en la elección del futuro Papa.

A los pocos días de que encarcelaran al mayordomo Paolo Gabriele acusándolo de la filtración de los documentos, apareció en los medios un personaje anónimo que a sí mismo se denominaba con el pseudónimo de “El Cuervo", y que se daba a conocer como el verdadero autor intelectual de las filtraciones, señalando que el mayordomo no era más que un chivo expiatorio.

Para demostrar sus afirmaciones, "El Cuervo" publicó en el diario "La Repubblica" otros tres documentos reservados que hasta ese momento no se conocían, demostrando así que él estaba verdaderamente detrás de las filtraciones, ya que Gabriele estaba preso. Los vaticanólogos italianos siempre supusieron que "El Cuervo" era en realidad el cardenal Angelo Sodano, poderoso ex secretario de Estado y actualmente Decano del Colegio cardenalicio.

En la carta con que acompañaba esos documentos confidenciales, "El Cuervo" exigía al Papa renunciar a su secretario de Estado Bertone, al secretario particular, padre George Gaenswein, y a todo el equipo de la Secretaría de Estado amenazando que, de no hacerlo, publicaría otros documentos todavía más comprometedores y delicados.

El escándalo llevó al Papa Benedicto XVI a conformar un grupo de tres cardenales que se encargara de investigar quién era el autor intelectual de la sustracción de los documentos confidenciales y de su filtración en la prensa. Según la revista italiana Panorama, de fecha 14 de febrero, dichos cardenales le entregaron los resultados de la investigación el día 17 de diciembre de 2012, y fue precisamente el contenido de ese informe lo que le hizo decidir el comenzar a planear su renuncia. “El Papa le confió a su hermano Georg haber descubierto un rostro de la Iglesia que jamás había podido imaginar”, revela la revista.

Con la renuncia de Benedicto XVI, el Papa ató las manos a “El Cuervo” y puso fin de forma magistral a las luchas internas. Con su renuncia "por motivos personales", el Papa pudo liquidar la lucha de poder que había en El Vaticano, desactivando las demostraciones de fuerza que había entre Bertone y Sodano.

Si el Papa hubiese muerto, se habría desatado una pugna infernal de influencias y maniobras turbias en la curia, pero al haberse retirado, el pontífice ha neutralizado los antagonismos internos y es el que tiene ahora las riendas de la transición. El más beneficiado de la maniobra ha sido Bertone, su secretario de Estado, dejando a Sodano desarmado y "sorprendido".

Benedicto XVI, ya desgastado por este golpeteo y sin fuerzas para detener a los rivales, ha adquirido una posición de poderío e influjo sobre la sucesión pontificia como nunca se ha dado en la historia de la Iglesia, convirtiéndose en un personaje moral y espiritualmente preeminente con el solo hecho de estar en vida.

No vaya a suceder con Benedicto XVI como aconteció cuando la renuncia del Papa San Celestino V, quien a pesar de haberse liberado de la curia corrupta y mundana de su tiempo, y de haberse retirado a orar a una ermita sola y apartada, siguió siendo considerado por el pueblo de Dios como el verdadero Papa, mientras que la cristiandad nunca quiso aceptar a su sucesor.

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